¡Pedazo salto en el tiempo! ¿Verdad? Pues con el ir y venir de los días, ya he pasado dos semanas en Alemania. ¡Casi nada! ¡Una cuarta parte de la estancia! Durante estas dos semanas me ha dado tiempo a ir acostumbrándome a la ciudad, y a ir manejando el metro. El tiempo empieza a empeorar: hace ya unos días que hace un frío de cojines por la calle, y hoy ha estado lloviendo (por suerte, mientras estaba yo en el museo, viendo como llovía a través de la ventana de la sala de colecciones).
El fin de semana pasado tuve la suerte de que salió el Sol, y lo dediqué un poquito a turismo. Principalmente, a visitar tres museos arqueológicos a los que les tenía ganas: el Pergamon Museum, el Altes Museum, y el Neues Museum. El último de ellos alberga el Museo Egipcio, en el que se exhibe el famosísimo busto de Nefertiti. Pero no se podían hacer fotos en su sala, lo siento.
Hay cosas de Berlín que llaman la atención. Por ejemplo, la gente va por la calle con su café para llevar. Si, como si estuviesen en New York y fuesen estresados al trabajo. Y lo que más me llama la atención, es que no sólo se consume café. En el metro es normal ver a gente con una botella de cerveza. ¡Impensable en España! Si, muchos alemanes van felices con su botellín como quien lleva un café o una coca-cola. Que grandeza.
Otra cosa a destacar es la cantidad de puestos de comida que hay. En prácticamente todas las paradas de metro (creo que, de hecho, en todas) hay una tiendecilla donde sirven café, bollería, y salchichas. Algunas tiendecillas son más pro, y tienen hasta prensa. Y hay algunas paradas de metro que son como centros comerciales... vais a flipar, palabra!
Y poco más, ahora estoy en casa, descansando y entrando en calor. A ver qué tiempo sale este fin de semana. Según cómo se porte, tocará más turismo, o quedarse por el barrio, o incluso en casa, a buen recaudo, viendo series y adelantando trabajo... ¡Hasta pronto!